3 de noviembre de 2014

200 libros para disfrutar y compartir sin culpas (y algunas reflexiones)

Los libros en formato digital tienen ya una historia recorrida y una actualidad innegable, pero ¿lograrán sustituir, competir, alcanzar al libro de papel? La discusión, por repetida no es menos actual, no está cerrada y vale la pena seguir pensando y conversando sobre esto.
Aún los más acérrimos defensores del libro de papel y sus texturas, olores y colores, comienzan a tener sus primeros escarceos con la literatura digital. Las editoriales se debaten entre resistirse y entregarse, sin terminar de encontrar el mejor modelo de negocios para enfrentar el futuro. Y mientras tanto, la radio, la televisión, los diarios y el cine, siguen allí, vivos, como un pequeño guiño hacia el pasado, tan presente como el que más.
El soporte deviene fundamental física y técnicamente. Y en esta etapa de transición lo mejor es estar abiertos a la innovación tecnológica, para disfrutar de sus ventajas. Ya habrá tiempo para decidir qué hacer con nuestra querida biblioteca familiar.
El debate de fondo, el que verdaderamente debería preocuparnos, es el que rodea a la lectura. ¿Se lee más, menos o igual a partir del surgimiento de los libros digitales? La literatura es el conjunto de los sentimientos, deseos, pensamientos, gustos y sentires del hombre. Es la expresión escrita y leída (por los otros) de una sociedad, de un grupo. Sin lector no hay escritor y viceversa. Leer, contar y escuchar, soñar. En otras palabras, la literatura es el rostro de una sociedad. Es la que nos habla con su boca, la que oye, la que ve y observa, es la que “huele lo que se está cocinando”. Entonces, si la literatura de hoy nos “habla” de esta manera es porque es así como “habla” la sociedad de hoy. Y si queremos comprender, comprender-nos, debemos adecuarnos, actualizarnos, integrar los nuevos modos y los nuevos lenguajes. Es importante adecuarse a las épocas, y si la nuestra se caracteriza por un nuevo lector y un nuevo autor que producen de otra manera, esa es “la manera”. La calidad adquiere otro valor, porque la mirada no es la misma.
Sin insistir en lo que está bien o está mal podemos convenir, que el acto mismo de la lectura cambia totalmente cuando es atravesado por la tecnología. El texto no está apoyado en nuestras manos o en la almohada o en… El texto, ahora, nos mira de frente y, a veces, titila. De lo tradicional ya queda poco. Una rayuela interneteana definiría la lectura de hoy: vamos, volvemos, clickeamos, linkeamos, nos “llevan” de este capítulo a otro, nos “vamos” de este párrafo a un texto de otro texto.
Conocer la literatura de nuestro país, de nuestro continente, es fundamental para saber de nosotros, de nuestro pensamiento, de nuestros ideales. Conocer la literatura universal, es fundamental para ver más allá y expandir nuestras fronteras de la mente. Viajar, sin moverse del sillón.
Por todo esto, y mientras seguimos pensando sobre esta transformación continua de contenidos y soportes, nos propusimos reunir una colección de 200 libros de libre uso y descarga, con la idea de seguir explorando estos formatos nuevos de la mano de nuestros clásicos. Encontrarán aquí, 100 obras de la literatura latinoamericana y otras tantas de literatura universal. El listado podría, y debería ser mucho mayor. Pero de los 200 que seleccionamos, hay algunas joyas que no pueden dejar de señalarse: “Arte poética” de Vicente Huidobro, manifiesto del escritor chileno ante el nacimiento del movimiento creacionista, la impecable personificación de los animales en “Cuentos de la selva” del escritor uruguayo Horacio Quiroga o las obras de del escritor argentino Eugenio Cambaceres que trajeron los parámetros del naturalismo francés a nuestros pagos plasmados en “En la sangre”.
Señalar alguno de los 100 libros de la literatura universal, deviene una tarea casi imposible. Pero para dormir tranquilos, podríamos decir que, al menos estos son obligatorios: un cuento del escritor Edgar Allan Poe, una obra de teatro que describe todo lo que hoy conocemos como piscología, como las de Esquilo o descubrir por qué a los celosos los llamamos Otelo.
La lectura, sea cual sea el método o la plataforma, endulza el alma.
Que la disfruten.




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